Se perdió entre la gente, en el tráfico de la ciudad. ¿Caos? Igual que en su cabeza. De pronto ya no supo quien era, ni a donde iba. ¿La llevaría ese camino a alguna parte? ¿llegaría algún día? ¿Qué haría con todo eso que no dejaba de perturbarla? Destino… soledad… sólo eran palabras. Pero la inquietaban. Su madre quería ponerle una solución a todo eso. Había decidido por ella. ¿Futuro? ¿Comenzaría a pensar en el futuro? Nunca antes lo había hecho. ¿Serviría de algo buscar? ¡Fenomenal! Estaba más enredada que antes. ¿Qué pasaría si nunca llegara? No habría sin embargo vivido. ¿No era eso vida? Esa confusión, todo ese absurdo. Los días de tristeza o felicidad sin motivo. Le había contado todo lo que pensaba a ese desconocido, la había mirado como a una loca. Si, buscaría un sentido ¿Introspección? Primero introspección para saber que carajos quería. Terminaría más loca. Tendremos que trabajar juntos, no te preocupes. Todo estará bien. No sé que hago aquí. No acostumbraba abandonar lo que empezaba. Continuaría con las sesiones, sin más. La veo la próxima semana. Por qué no bajaba una nave en ese momento y la convertía en una victima de “abducción”. ¿Será esa la palabra? ¡Bah! ¡Eso no importa! Lo que quería era desaparecer. Largarse y olvidarse del hombre que la orillaba a buscarle un sentido a eso que no tiene sentido… Recordó a Ionesco, a Kafka y se sintió menos sola en el planeta. Tal vez ese psicólogo era el que estaba trastornado o quizás su madre que la había mandado hasta allí. Sociedad, consumismo, trabajo… Se sentía perdida en esa organización preestablecida hacía cientos de años. Una desadaptada, eso era, decía su madre y comenzaba a sentirse como tal. No le abrumaba, no… más bien comenzaba a disfrutarlo. Lo que la confundía era tener que entrar al aro. Ser obligada a encajar. ¿Hacer lo correcto? ¿Y qué era lo correcto? ¿Había algún manual? Era una solitaria. No tenía un anillo en el ombligo, no era punk o dark. No usaba drogas ni se había tatuado. Sin embargo, era diferente. Odiaba el sistema, a la iglesia. Tienes que ir a la iglesia los domingos como todas tus primas. Tienes que salir de casa. No iré. Tampoco le interesaban esas reuniones familiares. ¿Egoísta? No dejarían un día de juzgarla. Ya no le importaba. Qué crean lo que quieran. De cualquier forma nunca le daría gusto a nadie. A pesar de todo era creyente, creía en algo mucho más grande. Es tan soberbia la gente que piensa que la vida se originó por generación espontánea. La cabeza no deja de darle vueltas. Comprendía aquella canción que escuchaba de más joven “Rueda mi mente…” Si que le daba vueltas y más vueltas, machacaba ese asunto y otros; sin cesar. Ahora comenzaba a preocuparle su preocupación por el que dirán. ¿Por qué me importa si soy o no soy? Claro que soy y estoy. Nada está bien o mal, las cosas son así y la maldita sociedad es también. ¿Como regresar a la esencia? A lo verdaderamente importante, es imposible. Hoy mejor me duermo, mañana ya habrá tiempo de pensar en algo. Con ese hombre ya no regreso, y en el aro no entro. ¿y mi madre…? Mi madre que se vaya a la mierda. Lo siento.
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