jueves, 5 de abril de 2012

Canto a la vida


Los recuerdos no la abandonaron. El sol iluminaba la habitación. Big close up: Los bellos ojos almendrados llenaban la lente de la cámara. Su pequeño hermano captó un rayo de esperanza en su mirada. Esos versos que inventó aquel día rondan por su mente.

Rayo de sol,
se cuela en la ventana;
ven: vive, canta.

En flash back. Una secuencia de imágenes: La pistola posada en su sien. La mirada perdida de Carlos. Veía reiteradamente la imagen de la carta. Esa carta en la que él había volcado toda su locura. Sus manos al abrirla. La mirada perdida de Carlos. La cara desencajada. Desquiciado. En cámara lenta el momento en que le ponía la pistola. La danza, la música y él; eran su vida. Él era también quien la tenía postrada en esa cama. Una bala le atravesó el cráneo. Quería levantarse. Esos versos que inventó aquel día rondan por su mente.

Rayo de sol,
se cuela en la ventana;
ven: vive, canta.

Con un gesto pedía que corrieran las cortinas. Escuchaba esa sonata que tanto amaba: Claro de Luna, de Bethoven. La noche parecía eterna. Fade out. Amaneció. Si, amaneció pero no pudo pararse; no se movía. Como en los versos ese rayito la llamaba. Pero ahora no podía ir. No era como otras veces. Tampoco podría repetirlos en voz baja ni cantar. Sin embargo, aún tenía los oídos y la vista. No cantaba, pero si vivía. Estaba viva. Fade in: Corría por los jardines y bailaba. Ahí estaba él. Era casi una niña. Y lo amaba. Sueño de Amor, de Liszt. La música la hacía soñar. Nadie había pensado en hacerla escuchar su música. No le importó. Ella la escuchaba. Sonatas, sinfonías… conciertos y vals suenan en su cabeza. Danza, da volteretas por la sala al ritmo de la novena sinfonía de Bethoven. Su hermanito -otro amante del arte- capturaba esos ojos verdes. Close up, médium shot… Aún se veía hermosa. En esas tomas se adivinaba un río que fluía. Su rostro de terciopelo. Esos versos que inventó aquel día rondan por su mente.
Al ritmo del lago de los cisnes, bailaba: extasiada con la música. Despertaron desenfrenados los celos de Carlos. Apareció en la escena un bailarín de mirada angelical, quien la observaba con ternura. Carlos no pudo resistirlo. Como dentro de una Olla Express hervían años de locura y sufrimiento. Algún día saldrían y del peor modo. Escuchaba el Gran Vals Brillante cuando abrió la carta. Una estela de hielo recorría su cuerpo dejándola inmóvil. Había amenazado con ir hasta ahí. Cometería una locura. Lo amaba pero siempre le había temido. Supo que no lo conocía cuando mencionó como en una sentencia: Siempre estarás conmigo. No parecía un simple comentario. Tenía miedo. Ella no pensaba en casarse con él. Era muy joven. Iría a Viena. Estudiaría música y danza contemporánea. El truncó sus sueños, mas no podría detener ese río que fluía en su cabeza. Recorría su cuerpo y la hacía bailar. Bailaba con la imaginación y vivía. Close up: Su rostro de terciopelo. Una sonrisa casi imperceptible lo iluminaba. Corrió detrás de esa mariposa de colores que veía de niña; quería atraparla. La felicidad era ese jardín, y su hermano. Su madre le hablaba pero ella parecía estar ausente. Vivía, aunque sus padres no lo creyeran. Sólo el pequeño parecía comprenderla. Como escenas de una película se sucedían las imágenes; una tras otra. Desordenadas. Una película con música de Bethoven, Liszt; Chopin y Mendelssohn. A veces aparecía su tragedia. Otras se presentaba un film con un final feliz; en donde el sol brillaba y podía repetir los versos que rondaban por su cabeza.

Rayo de sol,
se cuela en la ventana;
ven: vive, canta.

Seguían invitándola a dejar esa cama. No podía pararse. Ella continuaba bailando. Viajaba por el mundo. En el Jardín, del silencio la nada; un mar de arena: Inventaba nuevos versos que no podría repetir. El pequeño mostraba a sus padres las imágenes. Les indicaba sonrisas imperceptibles. Ríos fluyendo. Tan sólo le pidieron que evitara acercarse al cuarto de su hermana. Nadie creyó que dentro de la mente de Marylin se agitara un mar. Su hermano lo sabía. Sin embargo, dejó de grabarla y ella siguió viviendo. Pasaron los años. Creció bella, y con esa chispa que brillaba en sus ojos. Inmóvil, muda. No llegaba ese día en que pudiera pararse y se comenzó a cansar. Adivinaba más formas de vivir; otros lugares. La llamaban. Era la música más bella que sus oídos habían escuchado. No estaba en su mente. Era de otro lugar. Un sitio en donde las promesas de seguir bailando eran eternas. El sol iluminaba su habitación. Esa luz más brillante la tentaba. Su voz por fin se escucharía. Sus piernas se deslizarían al ritmo de música de Ángeles. Voz en off: “Hace tiempo que te esperamos. Ven, vive… canta”. Su hermano estudiaba cine. Una tarde encontró en la cámara vieja las imágenes que había tomado años atrás. Decidió filmar otra vez a su hermana. Cantos y como acompañamiento: un violín. Ella ya no estaba ahí. Big close up: Sus bellos ojos almendrados llenaban la lente de la cámara. Abiertos, pero ausentes. Sueño de Amor. Amor verdadero. Un sueño eterno. El piano. Espíritu, alma y corazón. Cerró sus ojos. Fade out.

No hay comentarios:

Publicar un comentario